Cuando advertimos esto, quisiéramos
fumigar esas voces: hacerlas de-sa-pa-re-cer.
Pero luchar contra
ellas... sólo aumenta la
auto-hostilidad! Será vital identificarlas como SÓLO una parte nuestra: NO la totalidad de quienes somos. Y en
vez de pelear para
erradicarlas, poner la atención a cómo
nos vinculamos con esa parte de sí. Tal vez uno haya luchado contra ella, se haya sometido a ella, se haya dejado angustiar por ella... pero
esa parte de sí no tiene verdadera
entidad! Es como descubrir que hemos estado obedeciendo por años, en vez de
a una persona real... a una antigua grabación de cassette! Cualquier ser
nefasto a quienes hayamos conferido autoridad sobre nuestra vida sólo pudo
tenerla en tanto hayamos validando esa grabación. Además, sepamos algo: esa voz
no es la de un monstruo interno, sino la de un niño asustado, que nos repite impostadamente
lo que ha aprendido, para que "seamos perfectos y nos amen". La tarea no es echarlo de casa, sino re-educarlo
para que sea LIBRE, con afectuosa firmeza... como lo haríamos con cualquier
niño!
A partir de allí, ningún nefasto podrá ya tener poder alguno sobre
nosotros: comienza un proceso que en la Psicología del Budismo se llama "la práctica de Maitri"; Maitri significa "amistad incondicional consigo mismo".
Esto es indispensable, pues somos la
única persona con quien viviremos hasta el final de los finales...
Y si bien es duro transitar el camino sin una pareja leal, o una familia
contenedora, o compañeros de ruta nobles, no hay peor carencia que no contar consigo mismo. Carl
Jung lo expresó a su modo, diciendo que el ser humano necesita desarrollar una relación de mutua cooperación con
su propio Inconsciente. Así, ya no estaremos solos si arrecian
las tormentas, o si la preciosura de la vida nos regala belleza (y que si
estamos en malas relaciones con nosotros mismos la echamos a perder). El poeta
argentino Carlos Alberto Álvarez lo dijo así:
FÁBULA ENCENDIDA
Aquí estoy, aquí sufro y aquí canto,
y aquí empuño mi muerte y mi agonía,
y si me deja aquí la luz un día
aquí estará la soledad sin llanto.
Sé que traigo tormenta y que la aguanto,
sé que vivo dos vidas en la mía
sé que en mi pecho huracanado había
flores para vivir de tanto en tanto.
Cuando vuelva la flor, aquí estaré:
noticias de su ausencia le daré
con la misma palabra que ha tornado;
y si se va otra vez, si se me ausenta,
me quedaré luchando en la tormenta
porque sé que estoy bien acompañado. S
Aquí estoy, aquí sufro y aquí canto,
y aquí empuño mi muerte y mi agonía,
y si me deja aquí la luz un día
aquí estará la soledad sin llanto.
Sé que traigo tormenta y que la aguanto,
sé que vivo dos vidas en la mía
sé que en mi pecho huracanado había
flores para vivir de tanto en tanto.
Cuando vuelva la flor, aquí estaré:
noticias de su ausencia le daré
con la misma palabra que ha tornado;
y si se va otra vez, si se me ausenta,
me quedaré luchando en la tormenta
porque sé que estoy bien acompañado. S
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Fuente: Virginia Gawel y Eduardo Sosa. Centro
Transpersonal de Buenos aires.
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