Todos estamos familiarizados con el amor al que
hacen referencia los poemas, las canciones, los anuncios y
los romances de instituto. Ese amor es hermoso, pero yo quiero hablar
de la esencia del amor en su sentido más profundo. El amor es un aspecto muy importante
de la Verdad. Sin amor no hay Verdad. Sin Verdad no hay amor.
Cualquiera que haya tenido la suerte de
experimentar un amor profundo y encarnado sabrá que el amor trasciende todas
las experiencias y todas las emociones. Si has experimentado este amor, sabrás
que está presente aunque no tengas la sensación de ese estado al que llamamos
amor. Si no es amor verdadero, en cuanto dejes de tener esa sensación asociada
al estado, te darás cuenta de que únicamente tenías una sensación, como cuando
un coche se queda sin gasolina. Ése no es el amor verdadero, el más profundo,
ésos no son los cimiento del amor. Cuando amas de verdad, sabes que el amor
trasciende todas las experiencias. Por ejemplo, una madre ama a su hijo aun
cuando éste le haga perder los papeles. Si has amado a un amigo alguna vez,
sabrás que el amor sigue ahí aunque no lo sientas, incluso en los momentos
difíciles, El cariño más profundo trasciende todas las experiencias.
Evidentemente, el amor se expresa de muchas
formas. Pero cuando te refieres a una experiencia de amor verdadero, sabes que
el amor existe incluso en la ausencia de esa experiencia. Cada vez que lo
nombras o dices "el amor es así" o "el amor se siente así, te
das cuanta de que sigue existiendo aun en la ausencia de esa definición. En
realidad no puedes echarle el guante y decir "esto es el amor
verdadero", pues lo trasciende. Es una especie de yo. No puedes
descubrirlo. Podrías decir: "No puedo encontrar al yo, así que creo que no
existe ninguno". Y, sin embargo, hay algo que está despierto, brillante y
consciente, aunque ese algo sea la nada radiante.
Del mismo modo, cuando la Verdad está presente,
el aspecto amoroso de la Verdad también está presente. Este amor trasciende los
altibajos de la emoción, es un amor que está abierto permanentemente. Si
cierras su apertura, entonces el amor se queda sin vida, la Verdad se muere.
Este amor nos hace estar profundamente conectados de un modo no explicito y
surge cuando estamos verdaderamente disponibles, realmente abiertos. Las palabras
ni le añaden ni le quitan nada. Cuando dirigimos nuestra atención a lo que es
indescriptible mediante palabras, ahí está. Ahí está la conexión: ocurre algo
bello, profundo. Cuando nos abrimos de este modo indescriptible, es como si la
apertura se encontrase consigo misma.
Todos experimentasteis un tiempo en el que
sabíais esto y, por alguna razón, sacrificasteis esta apertura por algún otro
plan. Surgió alguna otra cosa, dijisteis "¡vaya!", y la conexión
desapareció; entonces surgió la mentira. Cuando te desconectas de
este nivel tácito es como si dijeses: "Estoy a punto de mentir, de decir
lo que no es verdad". Cuando te apartas del núcleo del amor mentir es
fácil. Si sigues conectado, de corazón, mentir o decir una verdad a medias te
resultará muy difícil. Si te niegas a desconectarte del amor, todas tus
relaciones se transformarán por completo; incluso la relación que tengas
contigo mismo.
Quizá esto te resulte un poco extraño, pues has
aprendido que la conexión del amor está reservada para momentos especiales,
para personas especiales, en circunstancias especiales. Que esta conexión sea
indiscriminada es tabú. Tal vez hayas pensado: "Mantendré esta conexión
para ti, para ti y para ti, pero los demás me dais bastante miedo". Pero
al conocerlo como una profunda conexión y una profunda unidad, esto que está
despierto este amor que trasciende todas la descripciones, es indiscriminado. No
sabe encenderse y apagarse. Ese interruptor está, únicamente, en la mente. Este
amor siempre está encendido. Ama por igual a santos y pecadores. Es el amor
verdadero. Una imitación del diría: "Te amo más que a nadie porque encajas
en mi visión encogida del mundo mejor que ninguna otra persona".
El amor verdadero es sinónimo de Verdad. No
difiere de ésta. No es el amor que sentimos cuando asistimos al baile de
graduación con la persona ideal. No hay nada malo en ello, por supuesto, pero
esto es otra cosa. La esencia más profunda del amor no está entrando y
saliendo. El amor es, punto final. Este amor ama por encima de tus gustos de
personalidad respecto a la gente; no surge porque lo desarrollemos o porque nos
volvamos santos, nobles o angelicales. Eso no tiene nada que ver con el amor
del que estoy hablando. Este amor es un reconocimiento profundo y sencillo,
algo que sabemos intuitivamente y que descubrimos en cada experiencia, en cada
ser y en cada mirada. Se encuentra en todo lo que ocurre. Es amor por el mero
hecho de que esté aconteciendo algo, pues ahí está el verdadero milagro. Sería
muy fácil que no existiese nada, mucho más fácil que lo contrario. El hecho de
que ocurra algo y de que vivamos en esta abundancia llamada vida es un milagro.
Adyashanti
(La Danza Del Vacío)
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