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martes, 14 de febrero de 2012

El valor del Abrazo




Hay momentos en la vida en la que un simple contacto físico puede “rescatar” a una persona de una caída irreversible. 
Se ha comprobado que todos necesitamos contacto físico para sentirnos bien, y una de las formas más importantes es el abrazo. Cuando nos tocamos y nos abrazamos, llevamos vida a nuestros sentidos y reafirmamos la confianza en nuestros propios sentimientos. Muchas veces son la mejor forma de expresar lo que sentimos.
Los abrazos provocan diferentes alteraciones fisiológicas en quien toca y quien es tocado, de forma que nos hacen sentir bien, nos permiten aliviar el dolor, la depresión y la ansiedad.
Incluso, acrecienta la voluntad de vivir en los enfermos.
¿QUÉ NOS DA UN ABRAZO?
Nos permite sentirnos protegidos, algo primordial para niños y ancianos quienes dependen del amor de quienes los rodean.
Nos otorga seguridad, gracias a lo cual somos más eficientes y nuestras relaciones interpersonales más productivas.
Nos da la confianza para avanzar cuando el miedo nos bloquea ante algún desafío de la vida.
Con un abrazo transferimos nuestra energía y aumentamos nuestras propias fuerzas.
El contacto físico y el abrazo imparten una energía vital capaz de sanar o aliviar dolencias menores.
Mediante el abrazo podemos transmitir un mensaje de reconocimiento al valor y la excelencia de cada individuo.
 Según Iván Salas Dahlqvist, Licenciado Especialista en psicoterapia infantil, está comprobado que los efectos del abrazo y caricias, amorosas y puras, permiten en los niños:
·         La regulación del peso y del proceso de crecimiento (en recién nacidos y niños).
·         La mejora las condiciones para la adquisición del lenguaje (contribuye al desarrollo neurobiológico).
·         El aumento de las moléculas del placer: Endorfinas. Que contrarrestan la fatiga o depresión infantil.
·         Una mejora general en el sistema inmunológico, incluyendo la hidratación de la piel
·         Desarrollar la integración de los afectos y la motricidad.
·         El desarrollo de la confianza.
·         Estimula patrones de afectividad y vinculo, que refuerzan la identidad (sentido de quiénes somos o sentido de pertenencia).
·         El aumento del sentido de autoprotección, sembrando las bases de la autovaloración
·         Desarrollar la comunicación empática profunda y fortalecer la autoestima.
·         Que se alineen las emociones de dolor o pérdida con el sentimiento de amor, transmutándose en sosiego y tranquilidad.
·         Que el niño tenga una visión integra y respetuosa de su cuerpo y su naturaleza placida. Creando las bases de una personalidad armoniosa.



La foto que hemos elegido para esta nota no es un simple capricho. Representa un excelente ejemplo del valor que tiene un abrazo para los seres humanos.
Se trata de la historia de las gemelas Brielle y Kyrie Jackson, que nacieron 12 semanas antes de lo previsto, en 1995.
Para reducir el riesgo de infecciones, en los hospitales se acostumbra colocar a los mellizos prematuros en incubadoras separadas, así lo hicieron con las hermanas recién nacidas en el Centro Médico de Massachussets.
Kyrie que pesó 990 gramos al nacer, empezó a subir de peso rápidamente y durmió tranquila desde los primeros días. En cambio Brielle pesó 80 gramos menos que su hermana: presentaba problemas respiratorios y de ritmo cardíaco, baja concentración de oxígeno en la sangre y apenas ganaba peso.
Repentinamente Brielle entró en fase crítica y comenzó a jadear. El rostro, los brazos y piernas se tornaron de un gris azulado… Se aceleró su latido cardíaco y las previsiones eran de fallecimiento inminente.
La enfermera Gayle Kasparian, hacía cuanto podía por reanimarla: le despejó las vías respiratorias y le suministró más oxígeno a la incubadora, pero la bebé seguía muy agitada, con un grado de oxigenación muy bajo y una frecuencia cardíaca peligrosamente alta.
Entonces recordó algo que había leído en Internet acerca de la práctica ordinaria, en ciertos países de Europa, de colocar juntos a los bebés recién nacidos de un parto múltiple, principalmente si eran prematuros. Aunque la medida se apartaba de las normas del hospital, aprovechó la ausencia de la jefa de enfermeras y decidió correr el riesgo.

Pidió permiso a los asustados padres para poner a las niñas juntas en la incubadora y ellos accedieron. Entonces la enfermera colocó a Brielle en la incubadora donde estaba su hermana y se pusieron todos a observarlas con atención.
En cuanto la puerta de la incubadora se cerró, Brielle se acurrucó junto a su hermana y se calmó en el acto. En cuestión de minutos la oxigenación de su sangre alcanzó el grado más alto desde que llegó al mundo y mientras dormía, su hermana le pasó un brazo por encima de su cuerpo.
Actualmente sabemos que las hermanas Brielle y Kyrie están creciendo juntas y sumamente saludables.
  ¿Dudas sobre el valor del contacto humano?

lunes, 6 de febrero de 2012

El Vínculo consigo mismo



¿Qué pasaría si nos obligaran a vivir durante años encerrados en una habitación con alguien que, cono-ciendo toda nuestra vida, fuera hostil hacia nosotros: nos criticara, nos re-prochara todos nuestros errores, des-mereciera nuestros logros y esfuerzos, descalificara nuestras opiniones, o fue-ra despiadado con nuestras heridas...? Bien: la habitación es nuestro cuerpo, y, si eso se da, ambos convivientes son distintas partes de nuestro propio psiquismo. Podríamos hablar de un auto-acoso moral. Y debemos saber algo: puesto que para la conformación de nuestra personalidad nos alimentamos psicológicamente de nuestro entorno... cuando hay un auto-acosador interno es porque nos lo hemos comido! Lo hemos introyectado desde el afuera. Esto no es en sí mismo un problema: el problema es que le hayamos conferido autoridad sobre nuestra vida. Y peor aún si se la seguimos confiriendo HOY! 

Cuando advertimos esto, quisiéramos fumigar esas voces: hacerlas de-sa-pa-re-cer. Pero luchar contra ellas... sólo aumenta la auto-hostilidad! Será vital identificarlas como SÓLO una parte nuestra: NO la totalidad de quienes somos. Y en vez de pelear para erradicarlas, poner la atención a cómo nos vinculamos con esa parte de sí. Tal vez uno haya luchado contra ella, se haya sometido a ella, se haya dejado angustiar por ella... pero esa parte de sí no tiene verdadera entidad! Es como descubrir que hemos estado obedeciendo por años, en vez de a una persona real... a una antigua grabación de cassette! Cualquier ser nefasto a quienes hayamos conferido autoridad sobre nuestra vida sólo pudo tenerla en tanto hayamos validando esa grabación. Además, sepamos algo: esa voz no es la de un monstruo interno, sino la de un niño asustado, que nos repite impostadamente lo que ha aprendido, para que "seamos perfectos y nos amen". La tarea no es echarlo de casa, sino re-educarlo para que sea LIBRE, con afectuosa firmeza... como lo haríamos con cualquier niño!
A partir de allí, ningún nefasto podrá ya tener poder alguno sobre nosotros: comienza un proceso que en la Psicología del Budismo se llama "la práctica de Maitri"; Maitri significa "amistad incondicional consigo mismo". Esto es indispensable, pues somos la única persona con quien viviremos hasta el final de los finales... Y si bien es duro transitar el camino sin una pareja leal, o una familia contenedora, o compañeros de ruta nobles, no hay peor carencia que no contar consigo mismo. Carl Jung lo expresó a su modo, diciendo que el ser humano necesita desarrollar una relación de mutua cooperación con su propio Inconsciente. Así, ya no estaremos solos si arrecian las tormentas, o si la preciosura de la vida nos regala belleza (y que si estamos en malas relaciones con nosotros mismos la echamos a perder). El poeta argentino Carlos Alberto Álvarez lo dijo así:

FÁBULA ENCENDIDA

Aquí estoy, aquí sufro y aquí canto,

y aquí empuño mi muerte y mi agonía,
y si me deja aquí la luz un día
aquí estará la soledad sin llanto.

Sé que traigo tormenta y que la aguanto,

sé que vivo dos vidas en la mía
sé que en mi pecho huracanado había
flores para vivir de tanto en tanto.

Cuando vuelva la flor, aquí estaré:

noticias de su ausencia le daré
con la misma palabra que ha tornado;

y si se va otra vez, si se me ausenta,

me quedaré luchando en la tormenta
porque sé que estoy bien acompañado.
S
-         Fuente: Virginia Gawel y Eduardo Sosa. Centro Transpersonal de Buenos aires.