miércoles, 21 de marzo de 2012

¿Quién eres tú? ¿Lo sabes?

Te has preguntado alguna vez ¿Quién soy yo?. El preguntarte quien eres, implica mirarte y buscar el objeto de estudio, situarte en el papel de observador y, a su vez, situarte en el lugar del observado. ¿Quién eres de verdad? El observado o el observador. En esta hermosa poesía audio-visual, la autora Aurora Gangaji nos brinda una profunda y transformadora forma de preguntárselo.    


Who are you? 
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domingo, 18 de marzo de 2012


La Naturaleza de la Consciencia,    por Stan y Chistina Grof.



Algunas observaciones del estudio de los estados holotrópicos de conciencia son tan radicales que no sólo desafían la teoría y la práctica de la psiquiatría, la psicología y la psicoterapia sino que también socavan algunos supuestos metafísicos más básicos de la ciencia occidental. Ninguno de estos desafíos conceptuales es más drástico y de largo alcance que las nuevas intuiciones sobre la naturaleza de la consciencia y su relación con la materia. Según la neurociencia occidental, la consciencia constituye un epifenómeno de la materia, un producto secundario de complejos procesos neurofisiológicos del cerebro y, por lo tanto, una parte intrínseca e inseparable del cuerpo. La investigación moderna de la consciencia llevada a cabo las últimas cinco décadas ha hecho que dicha hipótesis sea muy cuestionable.

            Muy poca gente, incluyendo la mayoría de los científicos, se da cuenta de que no tenemos ninguna prueba de que la consciencia se produzca realmente en el cerebro y por el cerebro. No hay duda de que existe una amplia evidencia clínica y experimental que demuestra unas interconexiones y correlaciones significativas entre la anatomía, la fisiología y la bioquímica del cerebro, por un lado, y los estados de consciencia, por el otro. Sin embargo, representa un gran salto lógico inferir a partir de los datos disponibles que dichas correlaciones representen una prueba de que el cerebro sea realmente el origen de la consciencia. Dicha deducción sería similar a la conclusión de que los programas de televisión se generan en el aparato, porque  existe una estrecha relación entre el funcionamiento o malfuncionamiento de sus componentes y la calidad del sonido y la imagen. A partir de este ejemplo es obvio que la estrecha conexión entre la actividad cerebral y la consciencia no excluye la posibilidad de que el cerebro medie en el caso de la consciencia, pero que realmente no la genere. La investigación de los estados holotrópicos ha recopilado una amplia evidencia para dicha alternativa.

            No existen teorías científicas que expliquen cómo la consciencia se genera por procesos materiales, ni nadie tiene la más remota idea de como algo así pueda suceder. El abismo entre la consciencia y la materia es tan formidable que es imposible imaginar cómo pueda ser salvado. A pesar de la falta de pruebas convincentes de que la consciencia sea un epifenómeno de la materia, este supuesto metafísico fundamental sigue siendo uno de los mitos importantes de la ciencia materialista occidental. Aunque no exista prueba científica del hecho de que el cerebro genera la consciencias, existen numerosas observaciones que indican que la consciencia puede, bajo ciertas circunstancias, funcionar independientemente del cerebro y del mundo material.

            En los estados holotrópicos, nuestra consciencia puede ir más allá de los límites del cuerpo/ego y obtener una información precisa sobre distintos aspectos del mundo material que no hemos obtenido en esta vida por mediación de nuestros órganos de los sentidos. Ya hemos mencionado el hecho de revivir el nacimiento, los recuerdos prenatales y la concepción. En Las experiencias transpersonales nuestra consciencia puede identificarse con otras personas, con miembros de distintas especies del reino animal, con la vida vegetal e incluso con materiales y procesos inorgánicos. También podemos transcender el tiempo lineal y experimentar vívidas secuencias ancestrales, raciales, kármicas y filogenéticas, así como episodios del inconsciente colectivo.
Las experiencias transpersonales pueden proporcionarnos no sólo nuevas y precisas informaciones sobre distintos aspectos del mundo material, incluyendo aquellos con lo que no estamos familiarizados, sino también con distintos personajes y ámbitos del espacio arquetípico del inconsciente colectivo. Podemos ser testigos o incluso participar en secuencias mitológicas de cualquier cultura del mundo y de cualquier periodo histórico plasmadas con todo detalle. Es absurdo atribuir esta amplia gama de experiencias, que describen de forma detallada varios aspectos presentes y pasados del mundo mitológico, a alguna patología todavía desconocida que aflija al cerebro.
          
       
 La evidencia más convincente de que la consciencia no es un producto del cerebro y que puede funcionar de modo independiente proviene de la joven disciplina científica de la tanatología, el estudio de la muerte y los moribundos. Hoy es un hecho confirmado por muchas observaciones independientes que la consciencia descarnada de la gente en situaciones próximas a la muerte es capaz de observar con detalle el entorno de varias localizaciones cercanas o remotas, así como acontecimientos. Los individuos clínicamente muertos (en estado de muerte cardiaca e incluso de muerte cerebral), son capaces de observar sus cuerpos y los procedimientos de rescate desde arriba y “viajar” libremente a otros lugares del mismo edificio o distintos lugares lejanos.  La investigación independiente ha confirmado repetidamente la precisión de esas observaciones hechas por las consciencias descarnadas (Ring y Valariano 1998, Sabom 1982 y 1988).
            Un amplio estudio dirigido por Ken Ring y sus colegas ha añadido una dimensión diferente fascinante a dichas observaciones: gente ciega congénitamente por causas orgánicas y que no han sido capaces de ver nunca en sus vidas pueden percibir el entorno cuando su consciencia se libera de sus cuerpos en distintas situaciones amenazantes para la vida. La veracidad de muchas de estas visiones se ha visto confirmada por una valoración consensuada; Ring se refiere a dichas visiones EFC verídicas (Experiencias Fuera del Cuerpo) (Ring y Valarino 1998, Ring y Cooper 1999). Distintos aspectos percibidos detalladamente por la conciencia desencarnada de los sujetos ciegos van desde detalles de aparatos eléctricos en el techo del quirófano a los alrededores del entorno del hospital observados a vista de pájaro. La investigación tanatológica moderna, por tanto, ha confirmado un aspecto importante de la descripción clásica de los EFC, que puede encontrarse en la literatura espiritual y en los textos filosóficos.
            Las EFC verídicas no se limitan a las situaciones cercanas a la muerte. Las hemos visto repetidas veces en personas que pasan crisis espirituales (emergencias espirituales) y en los participantes en los talleres de respiración holotrópica. Algunos de dichos individuos son capaces de observar al grupo desde arriba y describen comportamientos poco habituales de algunos de sus miembros, a pesar del hecho de que ellos mismos respiren con los ojos cerrados. La consciencia de otros deja el edificio y observa el entorno desde arriba o viaja a algún lugar remoto y observa los acontecimientos que suceden en dicho lugar. A veces, esta visión a vista de pájaro aparece en los mandalas.
            Las observaciones citadas demuestran sin ninguna duda que la consciencia no es un producto del cerebro y, por consiguiente, un epifenómeno de la materia, o posiblemente esta última esté supeditada a la consciencia. Las matrices de muchas de las experiencias citadas evidentemente no están contenidas en el cerebro, sino que están almacenadas en algún tipo de campo inmaterial o en el mismo campo de la consciencia. Los desarrollos más prometedores de las ciencias duras que ofrecen modelos para la experiencia transpersonal, son la idea de David Bohm del orden implicado (Bohm, 1980), el concepto de Rupert Sheldrake del campo morfogenético (Sheldrake, 1981, 1988) y la hipótesis de Erwin Lazslo del campo psi o campo Akásico ( Laszlo, 1993, 2004).
“La Respiración Holotrópica”. Stanislav y Cristhina Grof; La liebre de Marzo, 2011.

martes, 13 de marzo de 2012

Karunesh. música para el cuerpo, el corazón y el alma


“Quiero ir más allá de los límites y las barreras
que separan las diferentes culturas,
mezclando diferentes estilos musicales y
dejando que fluyan y dancen juntos.
La música es el único idioma en el mundo que todo el mundo entiende,
a través de todas las culturas, religiones y creencias,
música para el cuerpo, corazón y el alma ”
Karunesh

Karunesh (1956) es un músico alemán que desde 1984, en que lanzó su primer álbum “Sonidos del corazón”, se convirtió en un clásico de la New Age y posteriormente, tras vivir en Hawaii su estilo se amplia a la música de fusión de diferentes culturas.
Son piezas relajantes, evocadoras, que nos ayudan a serenar nuestra mente y enlentecer el ritmo  y que nos inspiran para tomarnos la vida de una manera mucho más armoniosa y espiritual.
Como en el caso de otros artistas o músicos, como es el caso de Sting, vemos cómo los sucesos de la vida marcan profundamente el significado y estilo musical. Karunesh es un ejemplo de una persona que seguía los convencionalismos y obligaciones pautadas por la sociedad en vez de su corazón y que, tras un "ladrillazo" de la vida, toma otro rumbo vital.
Trabajaba como diseñador gráfico hasta que un accidente de motocicleta le tuvo dos semanas entre la vida y la muerte y significó el principio de su camino espiritual.
Karunesh significa “compasión” en Sanscrito y su música pretende crear “una hermosa, sagrada y curativa resonancia para aquellos que la escuchen”.
Ojalá sean estas las frecuencias y los valores que triunfen en el futuro, las que alimentan el cuerpo, el corazón y el alma…













Sitio oficial: http://www.karuneshmusic.com/  

lunes, 12 de marzo de 2012

Las distorsiones cognitivas


Uno de los primeros pasos para avanzar en el control de nuestra mente, es darnos cuenta de que ésta tiene un importante papel en la manera en como percibimos el mundo. Pese a que a menudo nos da la impresión de que son las circunstancias externas las que determinan cómo nos sentimos, observando atentamente nuestras reacciones descubriremos que nuestros pensamientos tienen un importante papel mediador entre nosotros y la realidad. Así, el “diálogo interno”  que forman estos pensamientos tiene una importante repercusión en nuestro estado emocional.

 Aaron Beck y Albert Ellis, (fundadores de la terapia  cognitiva), observaron que a menudo nuestros pensamientos, lejos de ser fieles a la realidad, hacen que tengamos una imagen distorsionada de la misma. Además, estos autores observaron durante su práctica clínica que los sesgos suelen repetirse, de manera que los agruparon en lo que hoy se conoce como “distorsiones cognitivas”. Algunas de las principales son las siguientes: 
Pensamiento polarizado o dicotómico: consiste en clasificar las cosas en términos extremos u opuestos (ej: todo o nada, blanco o negro, bueno o malo) sin tener en cuenta las posibilidades intermedias. 
Visión catastrofista: de entre las distintas opciones, pensar que siempre va a ocurrir lo peor (ej: como mi hijo se retrasa al llegar a casa pienso que le ha pasado algo horrible).
 Personalización: tendencia a pensar que lo que ocurre a nuestro alrededor está relacionado con nosotros (ej: mi jefe llega de mal humor y yo pienso que es porque está enfadado conmigo porque he hecho algo mal). 
Sobregeneralización: sacar conclusiones generales de hechos particulares (ej: como hoy me he olvidado los documentos de la empresa en casa, soy un fracasado y nunca voy a hacer nada bueno en la vida).
 Filtraje o abstracción selectiva: valorar una situación global como negativa debido a que hay algunos elementos que son negativos sin tener en cuenta otras características (ej: no aguanto que..., es insoportable...).
 Interpretación de pensamiento: suponer los pensamientos o intenciones de los demás sin prueba alguna  (ej: eso lo dice por..., eso se debe a...).

 Deberías: mantener reglas rígidas y exigentes sobre cómo tienen que ser la cosas (ej: yo debería ser..., yo no debería sentir...).
 Etiquetaje: poner etiquetas globales a nosotros mismos o a los demás sin tener en cuenta otros matices (ej: soy un..., es una...).
 Falacia de justicia: creer que todo debe ocurrir de una manera determinada y que si no es así es injusto (ej: no ya derecho a..., es injusto que...).
 Razonamiento emocional: creer que si uno se siente de una manera determinada entonces es verdad que tiene que haber un motivo real para sentirse así (ej: si siento tantos celos será porque hay razones para tener sospechas).
 Descalificar lo positivo: quitar importancia, ignorar o desvalorizar repetidamente las experiencias positivas, centrándose principalmente en lo que va mal (ej: alguien me señala que hay algo bueno en mi o en mi vida. Pensar; si pero… y enunciar alguna cosa que no va tan bien).
 Adivinación: predecir o profetizar el resultado de los eventos antes de que sucedan (ej: el examen me va a ir fatal).
 Sesgo confirmatorio: atender únicamente a aquella información que confirme mis ideas preconcebidas sobre la realidad (ej: si pienso que alguien es egoísta tenderé a fijarme y a recordar más los comportamientos que confirmen mi idea de que es así).
 Todas estas distorsiones suponen una visión simplificada y desajustada de la realidad, cosa que a menudo hace que surjan en nosotros emociones desagradables.
 El primer paso para combatirlas es tomar consciencia de que existen. Estar atentos a nuestro diálogo interno y esforzarnos por detectar términos simplificadores y absolutistas como “siempre”, “nunca”, “injusto”, “bueno”, “malo”, “debería”, “no debería”...nos puede facilitar la tarea.
 A menudo, el simple hecho de “pillarnos” poniendo en marcha estas distorsiones es suficiente para poder buscar fórmulas alternativas de pensamiento. Otras veces, sin embargo, el cambio requerirá que nos detengamos con atención para reformular estos pensamientos y sustituirlos por otros que se ajusten mejor a la realidad.

 Puesto que a veces la vida nos pone por si sola ante difíciles circunstancias, vale la pena conocer bien nuestro funcionamiento para no añadir a nuestra situación sufrimiento innecesario. La mente y sus pensamientos son un arma de doble filo: convertir nuestro diálogo interno en un discurso realista que nos sirva para motivarnos y no en un relato catastrófico que contribuya a que nos hundamos está en nuestras manos y requiere, como la mayoría de los cambios importantes de la vida, un esfuerzo de atención y constancia que sin duda se verá recompensado.    

miércoles, 7 de marzo de 2012

Cuento "El camello sin cuerda"


El camello sin cuerda
Una caravana que iba por el desierto se detuvo cuando empezaba a caer la noche.
Un muchacho, encargado de atar a los camellos, se dirigió al guía y le dijo:
-Señor, tenemos un problema. Hay que atar a veinte camellos y sólo tengo diecinueve cuerdas. ¿Qué hago?
-Bueno -dijo el guía-, en realidad los camellos no son muy lúcidos. Ve donde está el camello sin cuerda y haz como que lo atas. El se va a creer que lo estás atando y se va a quedar quieto.
El muchacho así lo hizo. A la mañana siguiente, cuando la caravana se puso en marcha, todos los camellos avanzaron en fila. Todos menos uno.
-Señor, hay un camello que no sigue a la caravana.
-¿Es el que no ataste ayer porque no tenías soga?
-Sí ¿cómo lo sabe?
-No importa. Ve y haz como que lo desatas, si no va a creer que siguen atado. Y si lo sigue creyendo no caminará.
Este cuento ilustra de qué forma los límites no lo impone la realidad, sino nuestras propias creencias. ¿Estamos como el camello, atados sin cuerda?.

AMOR (parte 2)


No podemos enamorarnos o dejar de enamorarnos de este amor. Nos enamoramos o no de un amor que se extrae, de algún modo, de la esencia del amor. Esta otra clase de amor también forma parte de la experiencia vital de la mayoría de los seres humanos, pero yo estoy hablando del amor que se limita a ser. Cuando lo reconocemos por primera vez nos llevamos una gran sorpresa al descubrir que este amor que procede directamente de nosotros, aquí mismo, está enamorado de todas las cosas.
"¿Cómo puede ser eso? Se supone que yo no amo a aquellas personas cuya filosofía difiere de la mía."
"¿Qué hace aquí ese amor? Estamos en polos totalmente opuestos del espectro político."
"¿Por qué te amo? ¿Cómo entró en mí ese amor? ¿Qué clase de amor es éste?"
Es un amor profundo. Un amor sinónimo de la Verdad. Cuando este amor está presente, la Verdad está presente. Cuando la Verdad está presente, esta conexión, este amor profundo, está presente.
Muchas de las historias en torno a Jesús describen esta clase de amor. La gente que le rodeaba le decía constantemente lo que no podía amar: "Lapidaremos a esta prostituta. Dios no ama a este tipo de personas". Pero Jesús, completamente conectado, sabía que este amor es indiscriminado. No lo recibe alguien porque sea simpático o noble. Simplemente se Ama a todo el mundo indiscriminadamente. La mayor parte de las enseñanzas de Jesús se basaban en esta clase de amor. Incluso lo expresó ante los responsables de su muerte, cuando dijo: "Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen". Eso procede de un amor que no tiene fin, ni siquiera cuando se está enfrentando a la muerte. Ésa es la voz del amor. La mente podría decir: "Eh, van a matarme. Tengo derecho a dejar de mostrar amor". Pero la verdad no se rige por esa ley; no sigue las reglas del juego fabricado por la mente. Ama de todas formas. No comete errores: este amor no tiene nada que ver con volverse noble, valioso o santo. Es un amor que existe desde antes. Ha estado aquí desde siempre y siempre estará aquí. Este amor simplemente es.
Te viste obligado a obviar este amor para poder seguir siendo un yo separado, pero no dejó de existir. En realidad, ése es nuestro mayor temor: descubrir que amamos todas las cosas y todas las personas que nuestra mente preferiría no amar. El miedo al amor, al amor verdadero, es posiblemente el único miedo que supera el miedo a la muerte. El descubrimiento del amor como componente de tu naturaleza es el comienzo del fin de todo lo que creías separado. Te enfadas con los demás porque el amor está ahí y tú no quieres que esté. Por eso los que se divorcian suelen atacarse mutuamente. Como están divorciándose creen que no deberían seguir enamorados. Pero el amor sigue ahí. Tal vez no te guste, tal vez no quieras vivir con alguien, pero el amor sigue ahí, porque no podemos amar una cosa para dejar de amarla después. Si la gente es capaz de admitir que el cariño o la conexión siguen ahí, aunque la parte romántica del amor haya desaparecido, su energía podrá liberarse. Y es preferible acostumbrarse a esto con una persona, pues terminarás descubriendo que ese amor está en todos los seres. Simplemente está ahí. Es un acuerdo sellado. No importa quién sea. Si aceptas el amor sabrás cuándo es preferible quedarse con alguien y cuándo es mejor dejarlo.

El amor verdadero no tiene nada que ver con querer a alguien, con estar de acuerdo con esa persona o con ser compatible con ella. Es un amor hacia la unidad, un amor que ve a Dios en todas las máscaras, y se reconoce en todas ellas. Sin él, la Verdad se convierte en una abstracción fría y analítica y deja de ser la Verdad auténtica. La Verdad se expone para abrirse a esta conexión íntima con todo el mundo. Aunque a la personalidad no le guste, existe una íntima conexión. Unas veces saldrá al frente y se mostrará con obviedad. Otras veces se quemará en el fondo, como las brasas, para todo. Cuando reconozcas una conexión profunda sentirás que, gracias a ese amor, las paredes de la oposición se caerán naturalmente. No se caerán sólo estas paredes, también sentirás amor por todos los seres humanos, y por la vida como tal.
Es como el amor de un padre hacia su hijo: aunque a veces te sientas frustrado, este amor es constante. Es como la vida, que unas veces te vuelve loco y otras es realmente agradable. Este amor va más allá de los momentos buenos o difíciles, que siguen aconteciendo. Cuando despiertes a este amor que trasciende todos los momentos, buenos o malos, tu relación con la vida experimentará una revolución radical. Este amor no tiene opuestos, como el odio, pues está presente en todo, en todos los momentos. Cuando lo entiendes es como una revolución, pues cuando ves que este amor que eres ama lo que no se puede amar, lo que aparentemente no debes amar o lo que la cultura no te permitía amar, y ves que no le presta ninguna atención a las normas del ego, te das cuenta de que es otro tipo de amor.
Tienes que hacerme el favor de comprender que el amor del que estoy hablando no es excluyente y, por tanto, no excluye otras expresiones de amor. El amor de la amistad, el amor del matrimonio y otros muchos tipos de amor tienen su propia forma de ser y de moverse por el mundo. Pero yo me estoy refiriendo a la esencia que forma parte de todos los sabores del amor. El verdadero amor espiritual, una conexión que no podemos describir con palabras. Este amor es el único que tiene el poder de transformar nuestra relación con la vida, con los demás y con el mundo. Este amor es atemporal. Es incontenible.
Cuando la gente despierta a este amor, con frecuencia escucho: "Adya, es demasiado para mí: me va a destrozar". ¡Es ridículo! ¿Demasiado para ti? Eres transparente. Estás vacío. Simplemente te atraviesa y te trasciende. ¡A través de ti y más allá! Si intentas aferrarte a él, será demasiado para ti. Evidentemente, si te aferras a la idea de tus fronteras personales, de tus límites, no podrás contenerlo. No podemos limitar el amor, pues nunca tuvo ese destino.


Adyashanti
(La Danza Del Vacío)

jueves, 1 de marzo de 2012

¿Y la Belleza?...


















Lo sublime viene de lo sutil. La belleza te embriaga cuando te dejas embriagar por ella, cuando dejas paso al sentir desde el corazón, cuando suspendes y acallas al ruido mental. 
¡¡Pruébalo y deja que la belleza te envuelva!!


Cada flor es filmada durante 2 horas y luego cada fotografía es pasada con una diferencia de 7 minutos cada una, produciendo este efecto.


Ver video The  life of flowers
http://vimeo.com/27920977